Las piedras comenzaron a respirar, "como agonizantes" despertaron del letargo a cual fueron condenadas hace tiempo. Algunas florecieron y otras simplemente abandonaron' (como se abandona la humedad de los árboles) así, se desprendieron de toda la música que habían conservado "para deleite del mundo' que decidió olvidarles". Yo volé...
Pasó una piedra pequeña por un lado, Zumbaba a mi alrededor aleteando mas robusto a un colibrí. Sabía sonreír y pronto se hizo mi amiga. Conocía las historias del pasado que yo buscaba y esta, escuchó del paso de los hombres lo que me contó; el hombre murió y con ellos esta historia que guardo ya conmigo.
Cuando el hombre condenó a la piedra estas heredaron sus alas y corazón a los colibríes para que la esperanza siguiera despuntando por siempre.
Las puertas se arrancaron de sus casas y paredes, convirtiendo el pueblo en montón de madrigueras, nichos, o huecos donde se acurruca a los olvidados. Las puertas comenzaron a seguirme y sus perillas o cerrojos intentaban asirse a mis manos hábiles' que mil veces robaron. Ya no quería abrir mas puertas, ya no quería mas oportunidades, ya te había encontrado para entonces.
De mis manos desprendía virgas y montaba preciso sobre tornados que me llevaban hacía el cielo' o hacía ti si así lo deseaba. Tenía además' 8 tornados como mis prestos vasallos, algunas docenas de ángeles que no tenían mas que hacer; entre otros tantos.
El fuego hirviendo se desbordaba de mi corazón y encontraba ríos. Y mis venas crecieron. Y dolía acorde a mi fuerza razonada. El mundo y su decadencia en trance me alababa.
No había dragones cerca, sin embargo merodeaban... Muestren alas pronunciaba mi alma, mientras al tiempo yo contemplaba.
Mi alma rompió la espalda para asomarse y brotaron llamas a forma de alas. Podía volar al tiempo que mi corazón y su aleteo de colibrí palpitaba.
El vértigo era invertido sin darme cuenta' de parpadeo, el mar y las nubes pisaba.
Esto con cada paso' si es que existía necesidad de andar...
Volé hasta la nada del universo' reduciéndose ante mis ojos este mundo' a una simple esfera donde la luz de mis alas grandes se reflejaba. Era repetida esta sombra tornasol' como ecco simple en una gota pequeña de mar.
Observé lo que fuera el polvo de ese universo' simple cuarto con ventanas abiertas de donde logré salir para ir a un mas allá que no reconocería la imaginación sin antes haber estado ahí, e nu verigen mou yá de la imaquination. cauel hiere cuojos imagios. Me presto como pergamino traducido de otro allá. Pues solo estas alas están hechas para volar.
Viajé en este mundo con ballenas para aprender a cantar, pues mi voz há sido secuestrada y corrompida. Conocí con ellas y delfines todo el mar...
Hermanos de torbellinos y sobrinos de tolvaneras nacidos de la arena del fondo del mar, salieron esparcidos a espacios grandes y desiertos para aumentar y colmar, aún desbordantes de iras y deseos algún apetito natural... Yo les perseguí para domarles, como hago con todo aquello que cruza ante mis ávidos ojos amaestrados.
Migraciones de aves me seguían, parvadas aún de las especies mas antiguas salieron a volar conmigo por mas de cien noches claras. Coreaban himnos de rebeldía ante el mundo y soplaban... y soplaban. El graznar de una mariposa decían algunos que escuchaban esta voz que se timbraba desde el cielo, acorde y que acorde al tiempo se emparejaba con los arpegios de las arpas del cielo.
En en viento al aire se acollaba en mis pulmones si crear peso alguno, dejando montañas de vida y haciéndoles crecer cada vez mas hasta su vasto en infinito límite cada vez mas profundo, mas allá.
En el mar. El agua que entraba en mi era una propulsión condenada a cada músculo de mi cuerpo y yo sentía los hilos desta fuerza como los del titiritero que siente el arrebato acumulado de sus dedos. No hay pasión alguna por esta fuerza mas que un ímpetu ligero.
De mis manos, brotaba en tanto esa agua. y soltaba virgas por gusto de decirlo de nuevo, siendo que con ellas como una extensión de mi alma lograba acariciar cuanto quisiera. Incluyendo este mundo animal. De mis manos emanaban borbotones de agua casi hirviendo de un frescor que sacia a los desiertos mas tristes del mundo humano. De mis manos, que cada que las veo me enamoro mas porque solo ellas han logrado sentir tu cuerpo.